lunes, 14 de junio de 2010

10 Mandamientos del antiperiodismo.

Les regalo, a continuación, los 10 mandamientos que rigen a lo que denominé el Antiperiodismo.


  1. Cuestionarás y sembrarás la duda.
  2. Mentirás, siempre y cuando la mentira sea funcional a la historia y no al autor y su entorno.
  3. No darás nada por sentado.
  4. No aburrirás.
  5. Abrazarás al enemigo si sirve como fuente.
  6. Criticarás hasta aquello que te produzca simpatía.
  7. Serás subjetivo sin simular objetividad hipócrita.
  8. No utilizarás la primera persona en vano.
  9. Provocarás hasta la herejía.
  10. No dejarás que el miedo te arruine una nota.

Selah.

domingo, 13 de junio de 2010

Coherente en mi incoherencia.

“No, YO tengo principios”.

“No, YO tengo ideales”.

No, yo no.

Y me cago en los principios, en los ideales, en la idiosincrasia y en la puta y jodida coherencia que nunca tuve ni pienso tener. ¿Que es la coherencia? ¿Qué valor tiene? Sinceramente, qué mente tan estúpida podría pensar que actuar de la misma manera toda una vida es digno de aplausos de pie. La mía no.

La moral es tiempo. Sino, nuestras abuelas tendrían minifaldas en sus fotos en blanco y negro. ¿Por qué ese prejuicio idiota para con la dinámica, la renovación o el cambio?

Si yo fuera violento, y de pronto, le pegara a mi hija…¿Estaría mejor si lo hiciera todos los días? “Por lo menos es coherente, actuó así toda su vida”. ¿O no es eso lo que se pide en general? “Coherencia”.

Ese esfuerzo social, eterno y sin descanso de ser “coherentes” es la base de una sociedad hipócrita, esclava de sus palabras. Una sociedad que nunca se va a liberar para poder ir pensando distinto, adaptándose a los tiempos y espacios en constante cambio y renovación.

“Ah, NO, pero vos antes decías otra cosa”. Sí. Probablemente mañana vuelva a decir otra. Y otra. Es más, seguramente mañana me despierte y piense lo contrario a esto. Al fin y al cabo, no me pueden decir nada.

Soy coherente en mi incoherencia.

Siempre,

o bueno… depende.

Yo soy la resurrección. O mejor dicho, yo soy Dios.

Yo soy la decisión, yo armo mi camino, yo elijo, yo hago lo que quiero. Decir esto me convertiría en una suerte de Satán. Una linda y amenazante idea para quien quiera tomar los hilos de su vida y soltarse de ese maestro imaginario de las marionetas.

¿Quién querría convertirse en el máximo exponente de la maldad, convertirse en el mismísimo Lucifer y que la sociedad le de la espalda por hacer lo que se le antoje? Yo. Yo quiero eso, y gracias a miles de años de historia teológica, hacer lo que uno quiere esta mal visto.

La idea del Diablo como ente es exactamente igual de estúpida a la idea de la de un dios, únicamente que me siento más identificado con ella. Teóricamente uno es bueno con Dios si cree, si no creyera, sería malo. ¿Por qué? Porque lo opuesto a creer, es pensar. El Diablo entonces piensa, por lo tanto muchas veces me siento demasiado satánico.

¿Qué ser arriesgado podría arrojarse a éste mundo sólo, sin un ser superior que lo guíe y lo lleve por las huellas de rebaños anteriores? Yo, nuevamente.

No estoy loco, no soy un hereje, no soy un asesino, un ladrón, un mentiroso, no soy el anticristo y ni siquiera me interesa que me relacionen con nada por el estilo. Simplemente, no delego mi vida, no delego mis capacidades. Soy yo, o al menos busco eso y no creo que nunca me termine de encontrar. No delego tampoco mi responsabilidad conmigo, no junto las manos para pedir ayuda, para pedir perdón, para pedir que me pongan de vuelta en la ruta. Eso lo hago yo.

Es verdad que es difícil, porque la realidad es dura. El ser humano es cobarde, yo soy cobarde y me encantaría poder creer en algo para no estar TAN a mi cargo. La idea de la mano mágica que nos ayuda es un atropello a nuestro autoestima, ¿porqué pasarle comisión a otro ente por las propias cosas que uno realiza? ¿Cómo se puede ser tan desagradecido con uno mismo?

Eso no es amarse, eso es despreciarse por completo, delegar hasta los éxitos personales. La religión nos genera una suerte de odio, de culpa y de rencor con nosotros mismos, NOSOTROS arrancamos de cero haciendo las cosas mal. Ellos prefieren llamarlo “pecado original”. ¿Cómo se puede amar a otro sin amarse a uno primero? ¿Cómo convivir en una sociedad pacífica si no nos amamos entre nosotros?

Me gusta hablarle a los religiosos del universo como la plantilla de canales de DIRECTV, y de Dios como Gerente de Programación. En la televisión satelital, hay una infinita cantidad canales: en algunos hay naturaleza, en otros hay guerra, en otros hay tecnología, en otros se mezcla todo, en otros no hay nada. Yo creo que en el planeta Tierra hay de todo, pero el gerente de programación se cansó del quilmbo.

Nuestro canal es un caos, y lo van a cerrar por falta de rating. Pero nosotros, desesperados, pensamos que los escándalos llaman la atención, y las principales religiones monoteístas son como Natalia de Negri y Samanta Farjat que se pelean sin causa, se matan entre ellas para mostrarle al más grande cual tiene razón. La Tierra es como el programa de Mauro Viale, y a Mauro lo sacaron del aire. Demasiado quilombo entre huecas y ya no lo veía nadie. Si crees y no te gusta la diabólica idea de pensar, quizás eso te ayude a cambiarte de bando.

Yo por lo pronto te invito a ser Dios. Te invito a creer en que yo, tú, nosotros, vosotros y ellos podemos juntos pero solos. Sin ÉL. Total, ya no nos da bola. Además, si nos vamos al Infierno, vamos a estar todos juntos y podemos armar una linda partuza. Quédate tranquilo

Un viaje salvaje al corazón del periodismo Gonzo Decadente y depravado, mejor que el sexo


Nota del autor: Corto escribe el que teme no ser leído.

No más juegos. No más bombas. No más paseos. No más diversión. No más natación. 67. Esos son 17 años más que 50. 17 más de los que necesitaba o quería. Aburrido. Estoy siempre hecho una puta. No hay diversión-para nadie. 67. Te estás poniendo quejoso. Actúa cómo lo viejo que eres. Relajate… Esto no va a doler. Pum.

Un disparo de una .357 le perforo la sien. No le importó la presencia de su hija, de su hijo o de su nieto. Hunter siempre decía que se sentiría atrapado si supiera que no puede suicidarse en el momento en que se le cantara hacerlo. Cómo durante toda su vida: el llevaría control de los hechos. Nada ni nadie más.

Se acabó la joda, el chiste de Hunter Stockton. Su máquina de escribir ya no servía. La sangre seca impedía tipear con normalidad. Había muerto el ícono de la muerte del sueño americano. El periodismo Gonzo quedaba huérfano, decapitado. Pero más vivo que nunca.


Mescalina, LCD, ether, hachís, metanfetaminas, ansiolíticos, a repartirse entre las cuatro comidas diarias. Esa fue la dieta de Hunter o Raoul Duke, como se hacía llamar cuando iba encubierto, o Doctor, cómo lo que en verdad era. No existe registro escrito del fundador del Gonzo que pueda pasar por un antidoping sin un preocupante positivo. Una dosis normal de lo que el Doc consumía en un día podría haber matado a cualquier ser humano en su primer ingesta, incluso a un oso grizzly de más de 200 kilos. Pero él era mucho más fuerte.


La enormidad de su ego hizo que Hunter jamás pudiera faltar en los escritos de Hunter.
Sus textos-sumamente influídos por personajes cómo Allen Ginsberg o William Borroughs, que luego terminaron siendo amigos suyos- fueron una gran paradoja: si bien jamás podrá leerse nada menos parecido al periodismo clásico que el Gonzo, nunca habrá texto más informativo, descriptivo y cautivante que el suyo. Un relato perfecto de lo oculto. La habilidad de Hunter radicaba en un simple hecho: hacer de sus historias realidad virtual. Él no mostraba, él te metía en la historia. Su primera persona era uno mismo.

El consumo indiscriminado y masivo de drogas le dio a sus crónicas un toque especial. Cada relato era una vívida experiencia de desesperación, locura, psicodelia y velocidad.

En 1974 lo entrevistaron para la revista Playboy, olimpo del nuevo periodismo. Allí, Hunter apuntó: “A diferencia de Tom Wolfe o Gay Talese, yo nunca trato de reconstruir una historia… Ellos dos son mucho mejores periodistas de lo que yo soy”. Tom Wolfe en respuesta años más tarde describió el estilo del Doctor cómo “parte periodismo y parte memorias personales condimentadas con poderes de invención salvajes y una retórica aún más salvaje”.


La cotización del valor de la firma del Dr. Thompson aumentó tras firmar lo que fue su posterior libro Hells Angels. Un relato en primera persona de su infiltración en una banda de motoqueros criminales que se dedicaban a tomar pueblos seleccionados a dedo y destruir todo lo que había en ella.

A eso le siguieron la reconocida Pánico y Locura en Las Vegas (protagonizada por dos amigos suyos, Benicio del Toro y Johnny Depp) y Pánico y Locura en la Ruta de Campaña para las Elecciones de 1972, que le valieron una gran cantidad de fanáticos.



Pánico y Locura en Las Vegas es el resultado de una cobertura de 250 palabras que Hunter debía realizar en el estado de Nevada de una famosa carrera llamada Mint 400. La nota, que sería una breve reseña, terminó por ser una crónica de más de 2.500 palabras repleta de drogas, descontrol y poca carrera. Sports Illustrated, la revista que se la había encargado, la rechazó de manera rotunda. El que vio algo en la nota fue Jann Wenner, editor de la revista Rolling Stone, que le encargó que además cubriera la Convención Nacional de Oficiales Antinarcóticos que se estaba llevando a cabo también en Las Vegas.

Fue así como con "...dos bolsitas de marihuana, 75 pellets de mescalina, cinco papelitos de acido altamente concentrado, un salero repleto de cocaína, una galaxia entera de pastillitas de colores para despertarse, dormirse o reírse, antipsicóticos, media botella de tequila, un cuarto de rum, una caja llena de Budweiser, un frasco con ether y dos docenas de nitrito de amilo”, Hunter Thompson revolucionó el periodismo y la literatura contracultural.

El libro que le siguió, Pánico y Locura en la Ruta de Campaña para las Elecciones de 1972, marcó una nueva forma de periodismo político. Hunter siguió durante todo un año a los distintos candidatos en sus giras y le contó al público de la Rolling Stone las contradicciones, fursios, falacias, verdades, mentiras y promesas que fue escuchando de cada candidato durante toda la ruta.


Entre las anécdotas más recordadas del autor, se encuentra la relatada por Jack Nicholson. “La primera vez que lo conocí estábamos en un casa, yo estaba con un amigo, y cuando nos vio rápidamente sacó un arma y nos apuntó sin motivo, tuvimos que huir por la ventana y correr”, contó el actor.

“No recomendaría las drogas, el alcohol, la violencia o la insanidad a nadie, pero siempre me funcionaron a mi”, solía decir el periodista. Resulta impensable y sin sentido imaginar el periodismo Gonzo limpio y sobrio. Su esencia radica en lo contrario.

Cuando la cosa se vuelve rara, los raros se vuelven profesionales y eso fue lo que ocurrió con el nacimiento del Nuevo Periodismo en los años setenta. Y Hunter Thompson fue un Doctor.

Al maestro con cariño.