lunes, 27 de diciembre de 2010

Oscar Salvaje y la importancia de ser peatón.

Dice que si te paras sobre la esquina de Lavalle y Florida por más de 5 minutos, te tragas la lengua y quedás cataléptico de por vida por el stress. En ese tiempo vas a poder ver un montón de gente caminando rápida y apuradamente tratando de esquivar todas las cosas que se meten entre su casa, y su trabajo, o su trabajo y “el trámite”. El tiempo corre y ellos NO LLEGAN. Y ahí se pudre todo.

Una de las primeras barreras para avanzar hábilmente suele ser la parejita que va de la mano y ocupa la vereda angosta del microcentro. “Cómo se nota que estos dos pelotudos no tienen ni coño para hacer un día de semana”, dicen mientras piensan en pasarlos pisando la calle, pero saben que correrían el riesgo de que los atropelle el 10 y los lleve en el parabrisas hasta la estación de Wilde.

Luego de sobrepasarlas seguramente tengan la mala suerte de encontrarse con una señora de pelo blanco y vestido floreado, que salió a recorrer la ciudad y a disfrutar del solcito.

Esta señora no camina, prácticamente se arrastra a la velocidad de una babosa precavida, justo por el medio de la calle. Esta señora calculó la mitad quirúrgicamente, cosa de que no puedas pasarla ni por la derecha, ni por la izquierda. De esta manera, vas a tener que ir detrás de ella hasta que doble en alguna esquina. Sentis que tu horario avanza y vos detrás de este humano que deberían mantener encerrado en un asilo, pero no: lo dejaron que se ponga delante tuyo sólo para retrasarte.

Si logras pasar, te vas a encontrar con el texteador ambulante. Este es una suerte de estúpido que cree que puede caminar y escribir al mismo tiempo, y uno lo ve avanzando mientras mira el monitor de su celular sonriendo como si le hubieran dicho algo gracioso, y a la vez, chocando con su hombro a todos los que le pasan por al lado. El texteador ambulante es el prototipo de hombre más alienado y egoísta que se puede cruzar en una vereda.

Lo peor viene cuando llega la topada con un alma idéntica. Esto es tremendo y puede demorar varios minutos tu osadía por las calles porteñas. Por lo general, ya desde 10 pasos antes uno puede notar que va camino a trabarse a mirandose frente a frente con un desconocido e intentar esquivarlo por la derecha, pero el intenta lo mismo por la suya, entonces las dos personas quedan frenadas. Se miran, y uno de los dos nuevamente intenta sacárselo de encima pisando a la izquierda, pero el contrario piensa lo mismo y pisa para el mismo lado y mira al que lo enfrenta y sonríe. Uno devuelve la sonrisa, pero sin ganas de hacerlo y piensa: “No puede ser que nos esté llevando tanto tiempo esquivarnos”. Pero SI puede ser, y, es más: si las cosas no salieran bien esto podría durar una eternidad. Una infinidad de horas intentando pisar para el mismo lado que la persona que tenemos enfrente, el mismo y verdadero infierno.

Todo esto ocurre mientras ya de por sí vamos esquivando algunas trampas típicas, y todo se vuelve aún peor en los días de lluvia. La baldosa floja, ideal para pisarla cuando estás estrenando ese jean blanco que nunca te pusiste. O bien, la renombrada “reja patinosa”, ideal para pisar con la suela gastada y terminar de culo en una esquina de la peatonal Reconquista.

También está el enemigo rondando, los que entorpecen el camino como sirenas a Odiseo.

El primer personaje típico es el promotor de la trata de blancas en la vía pública. Este es un personaje sumamente desagradable, que se siente un P.I.M.P. norteamericano cuando en realidad, es un motochorro de Laferrere. Ellos van repartiendo folletitos de promoción de los prostíbulos para los que trabajan, basados –pura y exclusivamente-, en información falsa. En los folletos podemos ver importantes traseros, o diosas blondas que ansían tu sexo, cuando en realidad, el 90% del plantel de prostitutas que trabajan allí carece de la dentadura completa.

Otro enemigo es el vendedor de la revista “Hecho en Buenos Aires”. Este trabajador callejero extorsiona a la víctima poniéndole la tapa de su publicación en la nariz, y prácticamente forzando al peatón a comprarle un ejemplar. Uno siente que su vida corre peligro si no compra una.

Ni hablar de los que vendedores ambulantes que nos detienen para contarnos su trágica historia seguida de la oferta. “Diculpá loco que te molete, pero tengo eta media marca nai originale a die pesito lo nueve pare”. Yo las compré: Son descartables, directamente. Te duran una tarde oficina. Quiero decir, ni siquiera una tarde de trámites, que te caminaste todo el centro, sino una tarde donde sólo estuve sentado.

Después hay otros torturadores de peatones: los que venden carilinas, mentitas, “el tomatito loco” (una pelota hecha de una sustancia viscosa que tiene forma de tomate), “el masajeador anti-stress” para pasarse por la nuca (que después de pasartelo cuatro veces no funciona más), el magiclick, los Ray Ben de $15 (que fueron los que usó Borges antes de quedar completamente ciego), las chombas truchas de Lacoste o los hippies que venden artesanías. Lo peculiar de estos últimos es que, se supone, si son artesanías deberían ser todas diferentes, pero uno puede ver millones y millones de collares trenzados completamente iguales, como si fueran fabricados industrialmente.

Si uno esquiva las mantas, zafa de los vendedores, de los manguerons, de la abuela, de la pareja, de las baldosas, del texteador y siente que está tomando ritmo su caminata, es muy probable que de repente se tope con "el frizzado" que se queda clavado en el piso. Esta persona se congela, súbita y repentinamente, para ver su reloj, o por lo general también lo tienta una vidriera. Y si uno, lógicamente, se la lleva puesta, esta persona, para colmo, nos mira enojada como si su frenada hubiese sido previsible.

Cuando el porteño camina hace exactamente todo lo que putea del peatón cuando maneja. Cruza por la mitad de la calle, se echa el trotecito cuando está el semáforo ya se le puso en rojo para cruzar, se para sobre la calle aunque los autos le toquen bocina para que se haga dos pasitos para atrás así pueden doblar y trata de hacer sentir mal al conductor. Una típica es cuando un auto tuvo la mala suerte de quedar sobre la senda peatonal y vemos como los peatones lo miran juzgándolo, sin decirle nada, sólo lo miran con preocupación como diciéndole: “mirá, mirá lo que hiciste, mal intencionado, ahora nosotros, LOS PEATONES, tenemos que hacer filita para pasar entre TU auto y el del otro boludo que se mandaron cuando estaba en amarillo”. Es genial, porque si los vemos después a estos peatones manejando, vemos como a ellos les ocurriría exactamente lo mismo.

Pero es entendible, es stressante la vida del peatón.

viernes, 24 de diciembre de 2010

Feliz, feliz, feliz navidad. Doctrina de catequista escrita por un ateo.

Hace muchos años me lo imagino a Jesús llorando. Prendiendo la tele, como viendo una especie de Gran Hermano, y observando la perversión, la inmundicia y la avaricia humana.

Viendo como su séquito de apóstoles invirtió su palabra y creo La Iglesia, una institución que naturaliza la pobreza y solo afloja la soga que aprieta el cuello del pobre con caridad.

Me lo imagino tomando whisky, estresado fumando dos atados por día y hasta pensando en suicidarse porque falló, porque nadie lo entendió.

Lo pienso a él viendo a la Iglesia pidiendo donaciones. ¿Donaciones? A un pobre no lo ayuda a salir de la pobreza un alimento no perecedero. Eso lo ayuda a no morir de HAMBRE.

¿Sabrán los cristianos lo que es el hambre? Sentir el estómago retorcido y quemando. Mirar a tu madre llorando porque no tiene nada para sanar la desesperación de sus hijos en una casilla con piso de tierra. Qué chistoso pensar que una persona pueda siquiera imaginarse que un POBRE puede salir de su situación paupérrima con un paquete de fideos y uno de yerba.

Pero que se joda ese Jesús. Yo no estaría dispuesto a dejar todo lo que tengo. Mi Playstation, mi iPhone, mi living, mi aire acondicionado y mi auto por que otra persona tiene hambre. Que labure, que labure como yo que voy a la oficina todos los días. ¿Qué feo suena dicho así, no? ¿Pero no es eso lo que decís cuando prendés la televisión y los ves pidiendo un plan estatal? Hipócrita, vos tuviste suerte al nacer.

El sistema cristiano necesita de la pobreza. El poder de la Iglesia se sostiene con la existencia de pobres a los que calma diciéndoles que “si son pobres es porque Dios los puso en ese lugar por algo”. Qué comodidad. Si esa gente tiene hambre y no tiene casa es porque el resto de los humanos DECIDIMOS que no las tengan. Pero como eso nos genera una ardor en el alma, lo calmamos donando ropa vieja y sucia que no usamos para sentirnos mejor. Eso es igualdad, ¿no? Que vivan de nuestra basura.

Pero lo más gracioso es cómo el cristiano de la iglesia, no el cristiano de cristo que se extinguió hace 2010 años, olvidó la cultura de poner la otra mejilla. De bancársela por el prójimo. Me encanta verlos pidiendo represión, que los maten a todos, pidiendo La Ley del Talión…. EL OJO POR OJO. ¿Quién se la banca cuando otro le roba porque no tiene para darle de comer a la familia? ¿Quién piensa en que ese tipo está afanando porque no puede conseguir laburo porque en su DNI no tiene ni siquiera un domicilio para poner? Ah…. Ahí es difícil.

Y lo más gracioso es que el Cristiano es antisemita. Jesús era pobre, judío y comunista. Imagínense a un Papa de estas características. Imagínense un alumno de una universidad católica que fuera así. Es inconcebible.

Por todas estas cosas Jesús se volvió un tipo peligroso. Un pobre judío que quería que todos tuviéramos las mismas oportunidades. Qué locura.

Pensar que yo nací en un Sanatorio sobre la Avenida Pueyrredon y pude ir a un colegio privado y con eso pretendo que un pibe que nace en el Impenetrable de Chaco y no come durante sus primeras semanas de vida pueda salir adelante como yo. No somos iguales. Ellos nacen afuera. El sistema es un gran óvulo donde entramos los que crecimos dentro. Sino: a juntar las manitos tirado en el piso de una vereda peatonal.

Pero ese pobre judío que quería que el de Chaco fuera igual a mi está cargado de ideología peligrosa para este sistema. Por eso inventamos a Papá Noel, por eso COCA COLA inventó a Santa Claus, vestido de rojo y volando con su trineo. Tan imaginario como una “Noche de Paz”.

A partir de que nació San Nicolás, Jesús quedó relegado a un segundo lugar para que lo reemplacen “los regalitos”. La gente CONSUME, gasta, se endeuda con las entidades crediticias y se olvida de la deuda que tiene con la sociedad. Cierra la puerta y la ventana y brinda por SU felicidad plástica por ciega.

Brindan junto al árbol por su bienestar, por los regalitos que se pudieron hacer mutuamente y rezan como si sirviera de algo. Claro, le confían a un Dios todo lo que ellos no quieren salir a hacer, delegan a un superpoder imaginario los sueños por los que deberían estar movilizándose.

Todos los que cuelgan la botita y ponen los caramelos, deberían poner la foto de un famélico huyéndole a un cuervo que está girando sobre su cabeza PORQUE TODOS SÓLO REZAN.

LA NOCHE DE PAZ ES DE PAZ PORQUE TODOS SE OLVIDAN DE TODO.

EL EGOÍSMO ES TRANQUILIDAD.

FELIZ NAVIDAD.

martes, 21 de diciembre de 2010

Masoquismo 2.0: cuero, látigos y desamores en la red

Desde que se comenzó a utilizar Internet de manera relativamente asidua, uno sintió esa necesidad de saber todo.

Ibas, le pedías el número de ICQ a esa minita que se insinuaba con sus pronunciados escotes y llegabas y la agregabas como loco. Y tuviste la mala leche de que fuera de esas minas cool, que se pasaba el día en estado “Not available”. Y ahí te la jugabas con un mensaje canchero: “BuEna$”. Pum, enter. Y te sentías un winner con ese saludo que seguramente te significaría una noche de sexo violento. Pero no. Tu nueva cyberamiga no contestaba. En ese momento, hubieses MATADO por saber si esa chiruza estaba ahí o no.

La realidad es que esa mujer estaba ahí, y cuando vió ese saludo le dijo a su mejor amiga que estaba junto a ella mirando el monitor: “Mirá cómo me saluda este pelotudo”. Y se orinaron, literalmente, de risa durante mças de 30 minutos.

Los años pasaron y hoy la gente continúa con esa necesidad masoquista de saber si esa persona que no gusta está o no conectada cibernéticamente con nosotros. Por eso, se crean, diariamente, más de 20 grupos de Facebook con el nombre “Si te metes en este grupo vas a poder saber quiénes visitan tu muro”. Sinceramente, ¿piensan en serio que hay algún programador detrás de ese truco? ¿Esa gente cree de verdad que uniéndose a un grupo es posible que se le revelen quiénes entraron a ver su muro?

Aparte, supongamos que en ese imaginario listado aparece el amor de su vida. Tranquilamente esa persona puede haber caído por error en su muro, ya que las previsualización de las fotos en Facebook es realmente pequeña y muchas veces, en ese tamaño, un puede confundir una foto de un caniche toy jugando con una correa con una foto pornográfica casera de alto voltaje. Por lo que no sería ningún indicativo de amor.

La gente es muy inocente. Por eso necesita saber de estas cosas, recuerdo hace unos dos años cuando, cada 5 minutos, el monitor se te llenaba de avisos de que alguien había iniciado sesión y en su nick tenía “Yo entré a Quién Me Blockeó y averigüe quiénes me borraron de su lista”. Primero es de masoquista, porque creo que no hay cosa peor que alguien, no importa quién, te haya borrado del Msn. Me tocó enterarme de que gente, con la que no hablaba hace más de cinco años, me había borrado Y BLOCKEADO, ojo –este no es un detalle menor-, y me puse MUY MAL. Como diciendo, “y yo qué le hice a ésta persona”. Nada hermano, simplemente no le hablas hace más de mil de días. Pero uno se pone mal. Y además de masoquismo es exhibicionismo, porque uno le termina mostrando a toda su lista que fue lo suficientemente boludo como para entrar a ponerse triste viendo la gente que ya no quiere chatear con él. Patético.

Es una nueva necesidad popular, todo lo que antes era implícito ahora debe saberse. Antes uno se quedaba con la intriga si la novia estaba del otro lado o no del teléfono cuando uno le mandaba un mensaje y no se lo contestaban. Incluso con los correos, uno mandaba una carta y jamás se enteraba si llegaba. Imagínense a Cristóbal Colón, envíando una paloma y diciéndole: “che, volvé y decime que cara puso cuando leyó el mensajito que te enrollé acá en el cuello”. No, eso no pasaba, sobre todo porque Colón jamás hubiera dicho CHE, y mucho menos a una paloma transatlántica.

Ahora los mails muchos te los envían con la fucking confirmación de recepción, y uno queda atrapado. Muchas veces uno borra directamente cosas que le llegan, y te das cuenta de que la otra persona se enteró de nuestra falta de consideración por el prójimo ya que le llega un aviso con una cruz roja que dice “El destinarlo ha eliminado su mensaje”. Y si te llega eso, se te pianta un lagrimón. A esa persona NO le interesa lo que vos puedas decirle, aunque sea una graciosísima cadena sobre como hacer un pollo al horno con whisky.

En Facebook la gente todavía NO se anima a borrar a otros. Es como que bueno, “ES FACEBOOK”, entonces uno es amigo de gente de la que JAMÁS sería amigo fuera de Internet. Y aparte, en algún momento puede llegar a subir fotos medio en bolas con otras amigas y bueno, garpa. Pero es raro el hijo de puta en FB que específicamente se mete en el perfil de otra persona para decir que NO QUIERE SER MÁS SU AMIGO.

Eso es como en la vida real, nadie te lo va a decir. Quizá te dejes de hablar, pero si después le podes preguntar a alguien qué es de su vida lo hacés, por intriga. Bueno, Facebook es una herramienta excelente para enterarte que a tus amigos les está yendo bárbaro, que viajan por el mundo, que están más flacos que vos –tienen mucha más guita-, y se acuestan con la mina que a vos te gustaba en el colegio. Masoquismo 2.0 a full. Y vos subiendo las fotitos en la plaza.

Y Twitter llegó definitivamente para hacernos sentir como el orto. Resulta que te metes, con todas las pilas, y metes 3 o 4 pensamientos grosos sobre la vida. “SER O NO SER GORDO, ESA ES LA CUESTIÓN –DE PESO-“, ponés como si hubieses pelado el chiste del siglo. Y mirás los followers: tu vieja y tus tres mejores amigos. A ellos los siguen más de 200 personas, y de repente –después de tu grosso tweet- ves que perdés un puto seguidor más. Y encima es tu mejor amigo. “Hijo de puta, qué le cuesta leer un tweet del orto si es el primero que pongo, qué carajo le molestó”, pensás frustrado.

Y ahí te traumas y cada vez que publicas algo controlas que los followers no vuelen por ahí. El problema llega cuando ves que te agrega un desconocido: un dinamarqués que ni en pedo caza UNA letra de lo que ponés, pero vos te ponés contento y decís: mis ideas están cruzando el Atlántico, como la paloma de Colón (e insistís con el chiste de la paloma mensajera). Pero no, tras tu segundo tweet, volvés a entrar a followers y ves a tu vieja y a ese mejor amigo que ni se mete en Twitter. Pero bueno, a ellos no lo vas a perder.

viernes, 17 de diciembre de 2010

Análisis lisérgico de la comunicación celular en el Siglo XXI

Hoy llamé a una casa de un amigo. Pero al fijo, charlando con la familia, preguntándole a la vieja cómo andaba. Re vintage. Creo que hacía 5 años que no pasaba por esa situación, por suerte.
Las comunicaciones cambiaron mucho. Creo que antes la gente pasaba mucho tiempo en su casa, o simplemente las madres rompían menos las pelotas. Quiero decir: si hoy no le contestas el tubo a tu vieja por una hora piensa que te raptaron los alienigeanas y que te estás peleando con Alf en el centro de Melmac. Antes qué onda, ¿cómo soportaban las madres tanto tiempo sin saber que hacían sus hijos?
Tengo el recuerdo de mi vieja llamándome al fijo a de lo de un amigo, para ver cuándo volvía. Si hoy me hace eso: le pego, me haría quedar como un goma. Pero antes era normal.
Ahora, como llamar es tan común, la gente se volvió selectiva. Por ejemplo, hay gente que no le gusta atender llamadas privadas. Y si lo hacen, te atienden enojados... Como si fueras una suerte de perverso de la telefonía que llama para tener 15 minutos de cibersexo un lunes a las 11 de la mañana con un extraño.
Y después están los otros, los que reciben un llamado de alguien que no conocen. Un montón de números raros que ni el teléfono puede saber de quién son:

Recibiendo llamada
15987853214

Wooooooow.... ALGUIEN QUE NO CONOZCO ME ESTÁ LLAMANDO A MI. SI, A MI.

Y la persona se siente importante. Si está sentada con amigos, los mira y muy serio dice: “Esperen, esperen, me está llamando un desconocido... A MI, esto debe ser algo muy importante”. Y vemos que se para, se aleja y atiende. Es la madre, llamando del trabajo que tiene líneas rotativas.

Antes estas cosas no pasaban. La gente se fanatizó tanto por la conexión social que ahora hasta se erotiza con mensajes de texto. “Mandá vecinita al 2020 y te contamos que está haciendo tu vecina mientras se baña”. QUE TE PASA, loco perverso. Dejá que me asomo YO de última.

Pero lo más perverso es el de “Lo que te queremos mostrar, no te lo podemos mostrar por acá”. Pero qué robo. Eso es como ir por la calle y encontrarte con una publicidad que diga: “El producto al que deberíamos hacerle publicidad está tan bueno que no podemos hacerle publicidad, entonces andá y compralo”. No loco, no. Para algo está la tele y debería decirme qué es eso que voy a comprar. Mirá si después me llega un wallpaper de Droopy, me corto las bolas.

También tenemos la gente que “no contesta mensajes de voz”. Ay bueno, señorito “atención personalizada”. Ese tipo de gente me irrita los genitales. Mucho más todavía que el que tiene un contestador con amague. “¿Hola?..........¿Hola?.............Jaja mentira, no estoy, dejame tu mensaje”.

Ah, pero vos sos un capocomico. Dale, hace chistes que la llamada me sale gratis a mi.

Y escribiendo sobre gratis, hay gente que debería aprender que el credito, a los que sabemos cuidarlo, no nos gusta desperdiciarlo. Por eso, es inútil que me hagan llegar un “Quieren Hablarte: 1594567231 se está tratando de comunicar contigo”. Muy bien, pues que continúe intentándolo porque no pienso llamarlo para que me comente las huevadas que se que me va a contar. Peor es la gente que te tiene gratis, y que te manda mensajes de texto: Maestro, vos me tenés gratis... a mi me cobran responderte a tu poco productivo “cómo vaaa, en que estás”. LLAMAME, PARA ALGO ME PUSISTE GRATIS.
La rata que hace la llamada perdida no merece ser mencionada. Ese que te lo hace sonar tres veces, y lo atendés y del otro lado se escucha que dice: “Carajo, me atendió.....” y cuelga. RATA INMUNDA. Pasa por un kiosko y cargate 10 mangos.

miércoles, 8 de diciembre de 2010

Clasificación de las especies más complejas de la fauna prebolichera argentina



Cada grupo de amigos es un mundo aparte y eso está demás aclararlo. Pero con el correr del tiempo fui notando como siempre se repiten ciertas personalidades que me llaman mucho la atención, por lo simpáticas o nefastas, pero al fin y al cabo dignas de un análisis antropológico-social como el que sólo yo, un idiota sin ningún tipo de autoridad o conocimiento en la materia, le podía dar. A continuación, una clasificación de la fauna prebolichera argentina es un estudio digno de ser estudiado por todas las generaciones venideras.


El mitómano

Todos tenemos un mentiroso compulsivo entre las filas de nuestros seres queridos. Son graciosos, porque no solo ellos saben que están mintiendo, sino que también saben que el resto, antes de que comience a hablar, ya saben que va a decir algo que no es verdad.

Entonces, quizá en una charla de anécdotas de la infancia, vemos como el mentiroso toma la palabra y empieza: “Bueno, yo aprendí a leer sólo, un día agarré Así Habló Zaratustra y bueno, nada, salió”. Y si uno mira alrededor de la mesa, vemos como todos se tapan la boca, o se muerden el labio, hasta que uno estalla. “Crrrrrrrrrrrrrrrrjjjjjjjjjjjjjjj-juuuuuuuajajajajajajajajajajaja”, y el mentiroso se enoja. Se pone mal, porque no puede evitar que nadie le crea, cuando él mismo sabe que no está diciendo la verdad. Y por supuesto, siempre tenemos al desenmascarador de mentira que tiene EL DATO comprometedor.

“Pero che…. Juanito, ¿vos no era que no habías aprendido a leer como a los 12 porque tenías una dislexia gravísima?”. Y así, nos prestamos a ver un gran espectáculo: la habilidad del mentiroso para acomodarse a cualquier situación y hacer malavares con datos incomprobables.

“Bueno si… lo que pasa es que mi pediatra, el Dr. Carlos Tocapene, pensaba eso por un problema de miopía que tengo, y mi ocultista se lo negó porque me hizo siete estudios de fondo de ojo en una semana que me dieron que no, pero bueno, la obra social me terminó sacando la guita porque el sistema es así, un robo a mano armada”. Magistral.

Así, vimos como Juanito gambeteó la chicana y salió aireado con una fuerte critica al sistema de salud privada argentino.

El Futbolero

El futbolero es un pesado. A donde lo invites, te cae con la remera de su club. Tiene la última camiseta titular, la suplente, la del arquero y 56 variedades de lo que el llama “casacas”. Ni hablar de buzos de entrenamiento y joggings que también tienen el escudo de su club.

Por lo general, siempre que va a bailar, si pasan alguna canción popular que tenga su versión tribunera, él la va a cantar agitando su brazo derecho. En otras palabras, la va a arruinar. Ejemplo, si pasan “Vení, Raquel”, el va a cantar, gritando y aplaudiéndose mientras busca apoyo, su versión. “Vamos All Boys, y vamos con los trapos, vamo’ a correr, a todos los borrachos, vamos la droga, el paco y robo armado”, aúlla orgulloso con su camiseta “del campeón”. Un personaje desagradable


El Gordo

El gordo es un copado porque se caga en todo. No le importa la ropa, la dieta, su olor ni su aspecto facial. Ni qué hablar de sus pelos, el gordo puede pelar bursada en una pileteada con minitas y exhibir su sweater de bello pectoral sin ningún problema.

El gordo se puede tirar un pedo enfrente de 12 princesas de Monaco, porque no le interesa, si a alguna le cabe, le cabe. Que tanto sol y dieta, la vida es una sola y el gordo la vive a base de eructos, flatulencias y chistes sobre su aliento a pizzaiola. Un verdadero rey de la personalidad. Todos los quieren, y muchos de ellos aseguran que, con la risa, si se coge.

La lesbiana heterosexual

Este tipo de mujer es de una nueva generación de fanáticas de Daria que se revelaron contra los hombres, por culpa de ellas. Los hombres dejaron de hablarles, o de acostarse con ellas, simplemente porque resultan desagradables. Por lo general tienen el pelo relativamente corto y negro, usan anteojos de marco grueso, dicen muchas malas palabras y les encanta hablar sucio de sexo, que dicen que tienen mucho pero es mentira. Cuando hablan de hombres, hablan de “los flacos” y los tratan como si fueran una suerte de objeto sexual. Hablan como si tuvieran muchos, que la verdad es que si tienen muchos es porque se les regalaron, no por virtud propia. Su papel es de “no importa nada y no tengo prejuicios al hablar de pija”. A la vez, hablan de manera libertina sobre sus intimidades. “Ay boluda, hoy me desperté toda chocolateada y me olvidé de ponerme el tampón”, dicen orgullosas. Además, hablan de los pedonchas que se tiraron en sus encuentros íntimos o por ejemplo, creen que eructar enfrente de los hombres es canchero. Bueno no. Dicho sea de paso, no lo es y resulta antierectivo.

Este prototipo de malfornicada suele tener muchos amigos, porque dicen que “las mujeres son todas putitas quilomberas” y piensan que ya no se puede confiar en un grupo de amigas. No les gusta nada, y por eso, se hacen las graciosas hablando de cómo se masturban. Cero sexy, pero a las mujeres normales les encanta escuchar a estas pelotudas criticar a la sociedad.

La putita camuflada de santa

Todos los grupos de minas tienen uno. A primera vista, uno podría imaginarse que les da vergüenza decir “pito”, y que no pueden pronunciar tal palabra porque se sonrojan. Cuando se juntan con un grupo de amigos-conocidos, parecen recluídas al principio, y copa a copa vemos como empiezan a soltarse jugando al yo nunca. Hasta que de repente, vemos que un atrevido muchacho dice: “Yo nunca le practiqué sexo oral a más de 3 hombres en la misma noche”. Y ella, tras un sutil “jijiji”, toma su vaso y se hecha un bruto trago. Estas mujeres son molestas para su grupo, ya que siempre retrasan la vuelta a casa porque desaparecen en manos de algún predador masculino.

El/La de alta autoestima injustificada

Pueden ser tanto hombre como mujer. Pero en todos los grupos de amigos existe ese ser humano que siente realmente lindo y agraciado, que cada tanto, en alguna discusión algo ríspida, le muestran al resto la suerte que tuvieron al nacer. Les puede faltar una oreja o hasta pueden tener un 73% de la musculatura facial paralizada por un problema de circulación sanguínea en su cerebro, pero ellos se sienten dioses. Entonces, quizá hasta tartamudeando, los escuchamos decir “bueno, yo me hago el canchero pero tengo con qué”. “Ah bueno”, piensan todos por adentro: “obvio que tenés con qué, tenés la cara de Gollum y la grasa en el pelo de Pocho La Pantera”. Estos personajes siempre parecen estar ansiosos por ir a encuentros con grupos de personas del sexo opuesto, y por lo general desaparecen algunas horas y vuelven diciendo que tuvieron mucho sexo con alguien que, seguramente, no existe.

El Facha

El Facha adora que le digan el facha. Por lo general, suele estar bronceado, cae con pantalón roto, y una remera vieja, gastada y muy holgada. La posta es mostrar que aunque se cuelgue un repasador del cuello, le va a quedar bien porque a él no le interesa la moda. La verdad es que es mentira, y que cada prenda, cada rotura en su jean está cuidadosamente calculada.

El Facha no tiene otra cosa de qué hablar de con cuántas mujeres estuvo, y se vanagloria de ello de manera muy sutil. Te lo cuenta porque se lo preguntas, no porque el quiere contarlo “otra vez”. Y el facha te lo cuenta como si nada, cuando en el fondo está pensando “y… la verdad que yo soy un capo en esto, y como vos sos un feo, forro y pelotudo nunca podrías lograr una cosa igual”.

El Facha insulta a sus amigos tratándolos de “feos”, y su único recurso es atacar a su rival con recursos como “mirá tu panza” o molestarlo con el acné que él nunca tuvo porque es perfecto. Pero lo más gracioso es cuando este prototipo de perfecto imbécil nos cuenta cómo se la chamuyó y vos por adentro, mientras escuchás, pensás “cómo mierda hizo este pelotudo para levantarse una mina diciendo las pelotudeces que le dijo”. Pero si, son las injusticias de la vida.

El simpático conservador asesino

El cavernícola intelectual es muy normal en muchos grupos. Es un personaje que parece divertido, hasta que le sale el fascistoide del corazón. Por lo general, este tipo de personas entienden poco de ironías, y es en estos momentos en los que dejan entrever su dictadora personalidad oculta.

Por ejemplo, de repente, un judío, dice: “¡Claro! A los rusos hay que matarlos a todos, ¿no?·, en joda -por supuesto, ya que él es judío-.

De repente, vemos como nuestro pobre compañero, que lamentablemente heredó toda la caca que tienen sus papis en la cabeza, dice: “jajajaja Si mal, son re hijos de puta, Hitler era un capo y tenía razón”.

Y se genera un silencio de misa, incomodísimo. En el fondo, sentimos pena por ese tipo que queremos poco pero no sabemos cómo dejar de invitar a nuestras reuniones, ese ario al que no se puede culpar de nada. Hay que pegarle, como al cachorro por morder un almohadón, aunque lo haya hecho desde la pura inocencia. Deberíamos sentir hasta ternura e incluso acariciarle la cabeza como a un gato que se hizo caca porque todavía no aprendió a usar las piedritas. Este ser humano tiene popó en el cráneo, y sus amigos deberían tomarse el tiempo de enseñarle todas las cositas que no le explicaron sus padres pangermanos. Hay que enseñarle a no hablar cuando no se tiene un cerebrito funcionando en condiciones apropiadas.

El idealista

Este muchacho es un pesado y no tiene descanso. Quizá te encuentres con tus amigos, jugando al Winning Eleven, y deciden jugar una copa y a él le toca ser Inglaterra y vemos que se ofende, y dice que no –rotundamente-. “Compañeros, no seamos torpes, no nos dejemos alinear por un juego electrónico que pretende estupidizarnos, y fanatizarnos con jugadores electrónicos de un deporte pirata disfrazado de popular, el football es el opio de los pueblos, y si –en todo caso-, yo estuviera dispuesto a jugar, JAMÁS –y cuando digo jamás es que antes prefiero estar muerto-, eligiría una escuadra compuesta por 11 asesinos que tienen en sus museos las reliquias de nuestros pueblos, que les fueron secuestradas injustamente en épocas de imperialismo tan feroz como el acutal”, grita parado sobre el sillòn. Boah. Tranquilizate hermano, jugate un partidito que después tomamos mate y discutimos un rato sobre la conciencia de clase, pelotudo estressado.

La hueca

La hueca es un personaje tan alegre como inocente. Una hueca puede alegrar cualquier reunión con una intervención. Ejemplo, en un juego.

“Rapidito, rapidito para mi derecha países que empiecen con V larga como…. Venezuela”…

“Vulgaria”, dice segura, excitada y hasta contenta por lo rápido que le salió ese extraño país perdido en algún continente lejano.

La hueca no es mala y es incapaz de hacer daño, y siempre está la gorda que la trata mal, en vez de divertirse. “Mogólica, Bulgaria va con B larga, menos mal que tenes tetas porque sino no se como GARCHA sobrevivirías”, sentencia de manera cruel mientras todos permanecen callados como diciendo: “Bueno, para nena, relajá un toque que no está en juego la vida de nadie”.

Hay que tenerles paciencia y pueden ser sumamente útiles en momentos de aburrimiento.

La depresiva

La depresiva es una mina que la noche la arranca con todo, música, danza, locura y fondos –uno atrás del otro-. Pero el alcohol nunca le pega bien y, como otros personajes aquí mencionados, desaparece –siempre con una acompañante del mismo género-. El retorno de ésta mujer a la escena es terrible. El maquillaje corrido, los ojos hinchados y la nariz moqueante son algunas fijas en esta triste vuelta.

Pero en el ínterin entre la desaparición y la vuelta, muchos tienen la mala suerte de entrar el baño y encontrarse con esta mujer ebria, destrozada y hasta vomitada, gritando que “es un asco, que no le gusta a nadie y que se quiere morir por gorda y fea”. El pobre intruso que se come el garrón este de haber entrada al baño equivocado, se queda paralizado, y mira a las dos mujeres, en esta actitud casi lésbica, sentadas en el inodoro compartiendo el dolor de pensar que son horrendas. La situación es complicada, y muchos la resuelven con un portazo sin decir una palabra, y aguantando la risa cuando ven a las volviendo a la mesa diciendo que no pasó nada, que sólo está con alergia.

lunes, 6 de diciembre de 2010

Degeneración XXX, mi generación de mierda

Soy de la Generación XXX. Apelo a la autodestrucción para llamar la atención, trato de hacerme mierda a mi mismo porque eso es rebeldía y seguro el sistema cambia por mi mal comportamiento.

Fumo mucho, y me gusta sacarme fotos tirándole el humo a la cámara, porque el hecho de que el cigarrillo provoque cancer me hace jugar con la muerte y mis amigos siempre aplauden esas cosas. Me encantan las cosas que me hacen mierda. También tomo, muchísimo, porque me da miedo hablarle a las mujeres de mi edad y tomo viagra porque ese miedo me impide todo tipo de erecciones y temo que mis amigos se enteren de mis debilidades. Me encanta terminar hecho mierda. Disfruto de practicar el sexo deliberadamente, con cualquier persona, porque así tengo más posibilidades de tener más conocidos que sepan disfrutar de mi descontrol. Me tiro mujeres y las dejo, porque no tienen valor alguno sino están abiertas de piernas. Las dejo hechas mierda.El miedo y mi incapacidad de mostrar mis sentimientos aceleran esta necesidad por llamarle la atención al otro para acostarme con el y dejarlo, y así ir constantemente buscando otra persona que sacie mi inseguridad insoportable.

No me interesa la política porque no puede hacer nada por mi. No creo en la política. Para qué meterme en un mundo de corrupción y robos, si total mi desinterés y mi ignorancia no la aprovecha nadie. La política es una mierda. Pero estas redes sociales de ahora me encantan. Cada vez tengo más amigos, a pesar de que cada día esté más sólo y encerrado tipeando en mi cuarto, estoy más sólo que la mierda.

No leo los diarios ni veo los noticieros porque me deprimo. Para qué quiero más información de la que me está llegando todo el tiempo, sólo logro stressarme y no quiero que me llenen de mierda.

Por lo general tampoco me puedo dormir, y tomo ansiolíticos porque no soporto ser como soy, descanso para la mierda. Si me quedo sin recetas tomo alcohol, porque además de ayudarme a ser social, me hace dormir bien.

No leo porque estoy todo el día ocupado, no tengo tiempo para abrir un libro. Además, qué me puede dar un libro que no me puedan dar unas buenas temporadas de una serie americana. La escritura tampoco me importa. Quiero decir, sólo me preocupa la manera de deformarla lo más posible para tener que esforzarme lo menos posible para todo. Escribo para la mierda.

Creo en dios, pero no en la Iglesia. Eso es algo que dicen todos, y hace sentido, porque esto no se puede haber creado así todo de la nada y bueno, y la iglesia es una mierda. Dios existe, es una explicación fácil para todas las cosas que me puedo preguntar.

El mundo, en sí, me importa una mierda. Me encanta comer papafritas y tirar la basura en el piso. Si total esta es una ciudad sucia, inmunda y repleta de pobres. Odio a los pobres, me molesta que salgan a robar. ¿Porque no se buscan un trabajo? Me pone nervioso. Hay gente que se acostumbró a que la mantengan y por eso no se quiere buscar algo para hacer. Yo voy a hacer mi vida, si total todos hacen la suya mientras este mundo se va a la mierda.

Estoy llegando a la conclusión de que tengo una alergia galopante al esfuerzo, no tengo ganas de hacer una mierda. Odio pensar en cómo puedo estar mejor mientras sigo tomando café y yendo a McDonalds. Mejor me voy a hacer una lipo así puedo ir a la playa en el verano.

Soy de la Generación XXX porque me gusta la pornografía. Me encanta abrir mi laptop en el living cuando tengo tiempo libre y masturbarme, porque esa es la única actividad que puede tener mi cerebro. Tetas, vaginas, penetraciones y terminar con una cerveza para olvidarme de mis problemas.

No quiero ver a nadie. No tengo ganas de mirar el cielo ni de ir al supermercado si me pueden traer las compras a casa. Que me traigan todo a casa, yo no me quiero mover de acá.

Me quiero quedar mirando porno. Para que voy a salir y ver como se derrumba todo en manos de la gente que le importa. Me quiero quedar mirando porno. Para qué me voy a preocupar. Si mi generación es una mierda. A nadie le importa nada. A nadie le importa una mierda.


viernes, 3 de diciembre de 2010

"Yo te dije", un análisis del secretismo femenino

Si un hombre está gordo, cuando llegue a una reunión de amigos, todos se van a dar vuelta, y si hay 12, va a recibir 12 chistes diferentes. El primero le va agarrar la panza y le va a decir que escupa el Fiat 600 que se tragó, el segundo le va a preguntar si dejó de ponerla, el tercero le va a solicitar que finiquite con su adicción a los asados, y así va a seguir hasta que haya saludado a todos sus amigos.

Ni hablar si se pone algo inadecuado, como una remera ajustada. Le va a ocurrir lo mismo, le van a decir que parece un matambre tiernizado. Porque la relación entre hombres es así... se basa en la agresión mutua. Cuando un hombre muestra cariño, necesita hacerlo con un insulto después, para evitar quedar como un afeminado. “Te quiero hijo de puta, la concha bien de tu madre”, es una excelente forma de vomitar amor sin que nadie nos vea como trolos.

Pero la mujer no. A las mujeres les cuesta convivir en grandes grupos y su modus operandi es el secretismo, el “para que le vamos a decir, se va a poner mal al pedo, dejala que se va a dar cuenta sola”. Y esto ocurre siempre, ellas se dan cuenta solas y termina todo como el orto.

Supongamos que hay 9 mujeres en un living, y de repente llega la última invitada a la reunión que pensó que se había maquillado con un polvo para la cara lindísimo, pero en realidad se puso betún de mocasín marrón, porque se confundió de tarro. Lo más probable es que ninguna diga nada, y cuando ella pase sola al baño, todas procedan a comentar entre sí: “Ay boluda, ¿qué se puso? Parece Chewbaca”.

Lo que ocurre después es conocido por todos, la chica sale del baño llorando, diciendo que estuvo hecha un monstruo toda la noche y nadie le dijo nada, y las chicas le dicen que le queda bárbaro y que le da un aire a Naomi Campbell.

Por eso, muchas mujeres llegan a la parte final de la noche con una halitosis galopante u olor a transpiración ácido y penetrante. ¿Porqué? Porque ninguna se animó a decirle que tenía olor a mierda.

Por eso, las mujeres establecieron una tabla de equivalencias para sus opiniones, que es una cosa así:

- Estás bárbara = Estas O-BE-SA, los saleros de tu brazos pueden salar la comida de todos los McDonalds del conurbano bonaerense.

- Me encanta como te queda, así holgadito = Pareces una carpa del Cirque Du Soleil

- Mirá qué lindo cómo te marca las curvas = Lindos flotadores, podrías estar en Baywatch no por diosa, sino por tu sistema de flotación incorporado.

- Diosa, estás flaquísima = Estás famélica y raquítica, pareces enferma y seguro hace más de 10 días que no probas otra cosa que galletitas Ser de agua.

- Qué rico perfume, ¿de quién es? = De Ayudin, de Ayudin, esta puta tiene olor a lavandina.

Por eso, la frase “yo te dije”, es típica de los hombres, y no de las mujeres. Las mujeres nunca avisan.

Si un hombre se comió una pizzaiola con mucho ajo, y tiene olor cadáver en la boca, seguramente cuando se quiera subir a un auto para ir a bailar, los conductores digan: “Yo con X no viajo porque tiene un aliento a garcha insoportable, hacen 2 grados y ni en pedo voy con la ventana abierta”. Y listo, nuestro pobre amigo X se enteró que tenía unos edor asesino, se lavó los dientes, y punto.

Pero la mujer se potencia, porque el problema para ella es "cómo quedó", frente al resto. Entonces, ahí nace una frase que a las mujeres les CAGA la vida, al parecer, que es "quedé como el orto". El hombre se caga en cómo quedó, porque al día siguiente, es una anécdota. Supongamos que hay un preboliche mixto, y de repente Raúl levanta levemente su pierna derecha, calculando soltar una flatulencia silenciosa y anónima, pero la estimación le falla y lanza una poderosa y sonora ventosidad. Todos estallarían en una conjunta risotada.

La mujer, no. ¿Porqué? "Porque quedó mal". ¿Qué significa? Que ellas creen que al día siguiente todos los hombres van a estar hablando de que ella usó un color diferente en el pelo, un poquito más oscuro, y que se le veían las raices. No, los hombres no miran esas cosas. La única manera de que un hombre note un cambio en pelo es que su pareja aparezca, de un día para otro, pelada con un tatuaje de los Sex Pistols en la nuca.

Todo esto apunta a que las mujeres suelen preocuparse en "que quedaron como unas boludas" frente a los hombres y se imaginan largas horas de discusión masculinas sobre sus raíces capilares. Incorrecto. En realidad, las que van a disfrutar ETERNOS momentos de charla sobre "la pelotuda de Vero que se hace la rubia y se le notaron todas las raíces", son las mujeres.

El gran problema de las mujeres, mis queridos amigos, son las mujeres.