martes, 21 de diciembre de 2010

Masoquismo 2.0: cuero, látigos y desamores en la red

Desde que se comenzó a utilizar Internet de manera relativamente asidua, uno sintió esa necesidad de saber todo.

Ibas, le pedías el número de ICQ a esa minita que se insinuaba con sus pronunciados escotes y llegabas y la agregabas como loco. Y tuviste la mala leche de que fuera de esas minas cool, que se pasaba el día en estado “Not available”. Y ahí te la jugabas con un mensaje canchero: “BuEna$”. Pum, enter. Y te sentías un winner con ese saludo que seguramente te significaría una noche de sexo violento. Pero no. Tu nueva cyberamiga no contestaba. En ese momento, hubieses MATADO por saber si esa chiruza estaba ahí o no.

La realidad es que esa mujer estaba ahí, y cuando vió ese saludo le dijo a su mejor amiga que estaba junto a ella mirando el monitor: “Mirá cómo me saluda este pelotudo”. Y se orinaron, literalmente, de risa durante mças de 30 minutos.

Los años pasaron y hoy la gente continúa con esa necesidad masoquista de saber si esa persona que no gusta está o no conectada cibernéticamente con nosotros. Por eso, se crean, diariamente, más de 20 grupos de Facebook con el nombre “Si te metes en este grupo vas a poder saber quiénes visitan tu muro”. Sinceramente, ¿piensan en serio que hay algún programador detrás de ese truco? ¿Esa gente cree de verdad que uniéndose a un grupo es posible que se le revelen quiénes entraron a ver su muro?

Aparte, supongamos que en ese imaginario listado aparece el amor de su vida. Tranquilamente esa persona puede haber caído por error en su muro, ya que las previsualización de las fotos en Facebook es realmente pequeña y muchas veces, en ese tamaño, un puede confundir una foto de un caniche toy jugando con una correa con una foto pornográfica casera de alto voltaje. Por lo que no sería ningún indicativo de amor.

La gente es muy inocente. Por eso necesita saber de estas cosas, recuerdo hace unos dos años cuando, cada 5 minutos, el monitor se te llenaba de avisos de que alguien había iniciado sesión y en su nick tenía “Yo entré a Quién Me Blockeó y averigüe quiénes me borraron de su lista”. Primero es de masoquista, porque creo que no hay cosa peor que alguien, no importa quién, te haya borrado del Msn. Me tocó enterarme de que gente, con la que no hablaba hace más de cinco años, me había borrado Y BLOCKEADO, ojo –este no es un detalle menor-, y me puse MUY MAL. Como diciendo, “y yo qué le hice a ésta persona”. Nada hermano, simplemente no le hablas hace más de mil de días. Pero uno se pone mal. Y además de masoquismo es exhibicionismo, porque uno le termina mostrando a toda su lista que fue lo suficientemente boludo como para entrar a ponerse triste viendo la gente que ya no quiere chatear con él. Patético.

Es una nueva necesidad popular, todo lo que antes era implícito ahora debe saberse. Antes uno se quedaba con la intriga si la novia estaba del otro lado o no del teléfono cuando uno le mandaba un mensaje y no se lo contestaban. Incluso con los correos, uno mandaba una carta y jamás se enteraba si llegaba. Imagínense a Cristóbal Colón, envíando una paloma y diciéndole: “che, volvé y decime que cara puso cuando leyó el mensajito que te enrollé acá en el cuello”. No, eso no pasaba, sobre todo porque Colón jamás hubiera dicho CHE, y mucho menos a una paloma transatlántica.

Ahora los mails muchos te los envían con la fucking confirmación de recepción, y uno queda atrapado. Muchas veces uno borra directamente cosas que le llegan, y te das cuenta de que la otra persona se enteró de nuestra falta de consideración por el prójimo ya que le llega un aviso con una cruz roja que dice “El destinarlo ha eliminado su mensaje”. Y si te llega eso, se te pianta un lagrimón. A esa persona NO le interesa lo que vos puedas decirle, aunque sea una graciosísima cadena sobre como hacer un pollo al horno con whisky.

En Facebook la gente todavía NO se anima a borrar a otros. Es como que bueno, “ES FACEBOOK”, entonces uno es amigo de gente de la que JAMÁS sería amigo fuera de Internet. Y aparte, en algún momento puede llegar a subir fotos medio en bolas con otras amigas y bueno, garpa. Pero es raro el hijo de puta en FB que específicamente se mete en el perfil de otra persona para decir que NO QUIERE SER MÁS SU AMIGO.

Eso es como en la vida real, nadie te lo va a decir. Quizá te dejes de hablar, pero si después le podes preguntar a alguien qué es de su vida lo hacés, por intriga. Bueno, Facebook es una herramienta excelente para enterarte que a tus amigos les está yendo bárbaro, que viajan por el mundo, que están más flacos que vos –tienen mucha más guita-, y se acuestan con la mina que a vos te gustaba en el colegio. Masoquismo 2.0 a full. Y vos subiendo las fotitos en la plaza.

Y Twitter llegó definitivamente para hacernos sentir como el orto. Resulta que te metes, con todas las pilas, y metes 3 o 4 pensamientos grosos sobre la vida. “SER O NO SER GORDO, ESA ES LA CUESTIÓN –DE PESO-“, ponés como si hubieses pelado el chiste del siglo. Y mirás los followers: tu vieja y tus tres mejores amigos. A ellos los siguen más de 200 personas, y de repente –después de tu grosso tweet- ves que perdés un puto seguidor más. Y encima es tu mejor amigo. “Hijo de puta, qué le cuesta leer un tweet del orto si es el primero que pongo, qué carajo le molestó”, pensás frustrado.

Y ahí te traumas y cada vez que publicas algo controlas que los followers no vuelen por ahí. El problema llega cuando ves que te agrega un desconocido: un dinamarqués que ni en pedo caza UNA letra de lo que ponés, pero vos te ponés contento y decís: mis ideas están cruzando el Atlántico, como la paloma de Colón (e insistís con el chiste de la paloma mensajera). Pero no, tras tu segundo tweet, volvés a entrar a followers y ves a tu vieja y a ese mejor amigo que ni se mete en Twitter. Pero bueno, a ellos no lo vas a perder.

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