martes, 18 de mayo de 2010

Una generación de poco-salivantes perros de Pavlov

La imposibilidad de hacer política en la Reputa República Argentina puede ser fríamente explicada a través de la física con lo que se llama Tercera Ley de Newton también conocida cómo la Ley de acción y reacción.
Este bello enunciado expone que por cada fuerza que actúa sobre un cuerpo, éste realiza una fuerza de igual intensidad y dirección, pero de sentido contrario sobre el cuerpo que la produjo.
Consideremos como fuerzas justamente a las políticas que accionan sobre un cuerpo que en éste caso es nuestra nación. Toda idea, movimiento o siquiera intención de (por lejana que se encuentre a su consecuente acción), tendrá una contrapartida que contará exactamente con la misma fuerza.
Esto imposibilita que cualquier tipo de actividad pueda ser llevada acabo de manera enteramente democrática, razón por la cuál las distintas fuerzas gobernantes de turno deben reprimir la fuerza de rebote para evitar la pérdida de poder. Ésto no implica que debe ser necesariamente con la fuerza física pero sin con violencia.
La represión, insisto no siempre realizada físicamente, crea una burbuja entorno al gobierno que tiende a reventarse.
Cuánto más a la izquierda se vaya en un período, más se girará a la derecha en el próximo.
El hecho de que cada fuerza genere otra idéntica en sentido contrario de manera sistemática, hace de la evolución un mismo proceso de crecimiento de la violencia de manera exponencial. Trompada de la derecha, respuesta de la izquierda idéntica. Dolor. Trompada más fuerte de la derecha. Dolor. Respuesta idéntica de la izquierda.Y así sucesivamente, va madurando el knock out.
Lo peligroso reside en creer que éste proceso es natural e inmodificable. La sociedad se mete dentro de ésta dinámica y simplemente flota de izquierda a derecha chocando contra las paredes erosionándolas. Las pautas de convivencia son lentamente carcomidas como por el agua.
El pueblo actualmente es un todo compuesto por pequeños objetos, que antes eran sujetos/seres humanos pensantes. Ya no. El paso del tiempo ha generado que para suerte de pocos esto sea así. Han logrado alienar a las unidades que componen al fabuloso "pueblo", maleducándolas, malalimentándolas... volviéndolas pequeñas y estúpidas unidades. Burros que persiguen un billete que, si bien no se ve, está sujetado por un anzuelo que las unidades terminan por morder.
El único estímulo entonces de éste objeto que permanece inerte casi todo el tiempo es la moneda. Lo único que produce su reacción, por lo tanto, es ruido que generan éstas cuando chocan. A eso se reduce su capacidad de movilización. Una generación de poco-salivantes perros de Pavlov. Patético.

Hacer política debería ser el arte de generar consenso para avanzar. Actualmente es el arte de dominar el entorno para beneficio propio.
En cuánto al miembro del "pueblo", esta entidad sobrevalorada y super-estimada que en realidad sólo es una masa uniforme de ignorancia y mediocridad, no se lo puede culpar de nada... El pueblo no decide nada. Sin acciones no hay poder que valga y el pueblo no es capaz de someterse enteramente por una idea como para hacer de sí una fuerza verdadera.
El placebo que se utiliza para tranquilizar a éste monstruo en estado vegetativo se llama voto, y viene en una cajita de juguete llamada Democracia.

Es raro, porque no se cual es la solución. Por eso este texto queda inconcluso. Que la historia le de un cierre y le ponga la firma.

No predigo el futuro, sino...
Tendría trabajo.

Selah.

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